Reseña en Tren de aterrizaje de José Guich (diario Correo)

diciembre 01, 2009

Este último domingo, fecha en que presenté por segunda vez en Lima (la primera fue en el Bar Yacana y esta última en la sala "La palabra del mudo" de la 30º Feria del libro Ricardo Palma) el poemario "Danza finita" me enteré de una reseña aparecida en el diario Correo. Se trataba del artículo El reino frugal, firmado por el narrador y profesor universitario José Guich y aparecido en su columna Tren de aterrizaje del diario Correo:



Debido a que varios amigos no han podido linkear la página del Correo, copio el articulo de Guich de manera completa. Ahi va:





Reino frugal
Por José Guich



LIMA / Ya se ha comentado en este espacio, más de una vez, la emergencia de la poesía en ciudades del mal llamado "interior" del país. Durante los últimos años, se ha acentuado la sensación de que por fin Lima ve disminuido el monopolio sobre las industrias culturales, y no ahoga o anula a las voces que, desde otras comarcas, reclaman con justicia la posibilidad de ser escuchadas y valoradas. Chimbote, Trujillo, Arequipa, Cusco, entre otras ciudades, manifiestan aire propio en materia de producción literaria y artística. Eso, por supuesto, exige ánimo celebratorio.



Chiclayo no se queda a la zaga en tales menesteres. En la urbe norteña abundan publicaciones y escritores de mucho interés. Uno de ellos es Stanley Vega, nacido en Cajamarca, quien desempeña intensa actividad como periodista. Paralelamente, desarrolla una obra poética en franco ascenso. Demostración palpable de esa realidad es su reciente poemario, Danza finita (Hipocampo Editores, 2009), que representa la consolidación de una escritura iniciada con Inútil inventario (2001) y Soliloquio de las hojas (2003). Vía esos volúmenes anteriores -con destellos a tomar en cuenta-, Vega buscaba un camino hacia la palabra contenida sobre sí misma. El aprendizaje y las lecturas estaban a la vista. Sin embargo, con Danza finita (libro que en 2006 ganó los Juegos Florales de la Universidad Agraria de La Molina), el salto cualitativo es digno de destacarse.



Vega ha optado por un conjunto de 42 textos conectados por una estructura semejante, hollada por la austeridad de los versos, en principio, y también por la impronta de revelación con que concluye cada poema, a partir de una idea generadora. Ese motivo impulsor nace de alguna observación en torno de la naturaleza o bien, de lo cotidiano. El eficaz uso de los símiles o comparaciones, alternados con criterio, nunca vulnera a la totalidad. No existe el riesgo de la monotonía, porque SV sabe desplazarse, con sutileza, de un registro irónico o mordaz, a otro más bien contemplativo o reflexivo acerca de lo elemental del mundo.



Y eso es la vida: simplemente pasa, y no tiene otro sentido que ser ella misma.