BETHOVEN MEDINA: LA ELOGIOSA PERSISTENCIA

septiembre 16, 2008

Desde hace varios años que nuestro amigo – y corresponsal de Entera voz en Cajamarca– se desempeña como gerente de la Caja Nor Perú de aquella ciudad. ¡Un poeta ejerciendo la gerencia! Así es. Tal y como se lee. Pero bueno, cualquiera podría pensar que un cargo de estas características fácil que ya absorbió y anuló su creatividad. Que a punta de balazos –billetes de cien– ya mató a sus musas. Nada más falso. Bethoven Medina, nacido en Trujillo año 1960, es una de esas raras especies de poetas que ejerciendo una labor administrativa persiste en aferrarse al canto, a la poesía.
Durante el día se viste de saco y corbata y a partir de las cuatro de la madrugada se entrega a la danza de su imaginación. Tiene en prensa un nuevo poemario. El año pasado publicó Cerrito del amanecer, colección de poemas dedicado a niños y que mereció un segundo puesto en la II Bienal de Poesía del ICPNA. Dos cosas me gustó: el formato de la edición, un libro chiquito, de siete por once centímetros aproximadamente y que en sus poemas no haya esa enturbiada pretensión didáctica y sobre todo el considerar al niño como un ente bobo, capaz de engullir tanta simplonería de un adulto que dizque presume acercarse a su niñez y ser poeta. Y de esta gente hay como michi.
Cuelgo en este Cerro virtual dos poemas de aquel poemario.



INICIO


La luz
se extendió en el universo.

El día y la noche
iniciaron su eterna ronda.

Y el cerro
que nació del temblor de la tierra,
no encontró explicación,
y se durmió.



ALGUNOS CERROS SE EMPINAN


En la sierra
algunos cerros se empinan,
se alzan en punta,
como pétreos alfileres hiriendo el manto
atmosférico.

Otros,
se extienden en praderas,
con fecundos surcos en sus lomos;
ahí también se recrean vacunos que pastan
su aromada superficie.

Asi permanecen las cumbres peruanas,
variadas aristas de la cordillera.

Y el hombre,
despierta, vive y duerme,
entre cerros,
ya empinados, ya extendidos
celebrando la existencia.

UN FIN DE SEMANA EN CAXAMARCA


Este fin de semana la pasé en Cajamarca. El último viaje fue en 2003, cuando fui invitado al II Festival Internacional de poesía El Patio Azul. Esa vez nos hospedamos en el Hotel de Turistas. Ahora solo nos quedaba alquilar una habitación de quince luquitas.
Calculé que en seis horas deberíamos estar en Cajamarca. Pero manan. Desde Chiclayo lo hizo en nueve. No se le ha ocurrido mejor idea al Gobierno Regional de Cajamarca que descascarar la pista a partir del cruce, o sea desde Ciudad de Dios con la idea de volverla a asfaltar. Pero me cuenta –un pasajero– que todo ese rollo tiene más de un año.
El hecho es que la pasamos como si estuviésemos viajando en un bus de los picapiedra. Solo nos faltaba sacar las piernas y los piececitos por debajo del piso.
Ah, bendita burocracia. Benditas autoridades políticas. ¿Estrategia electoral? ¿Acaso falta de fondos? ¿Y el canon minero? Solo pendejada, nada más.

I FIESTA DEL DIANTRE


Visita del poetik & ventrilocuo Lelis Xoledad a tierras de Naylamp

septiembre 04, 2008


Hace unos días me visitó Lelis Rebolledo, poeta nacido en Catacaos, Piura. Llegó temprano, antes de las siete de la mañana. Venía de Lamas, Tarapoto y mientras nos despachábamos el desayuno pude ver que casi nada había cambiado. Ahí estaba esa ondeada melena, sus lentes tipo Lennon y esa misma flacura de hace siglos, mismo Eskeletor. Hacia varias lunas que no lo veía. Como algunos sabrán Rebolledo fue miembro, desde el norte, del Movimiento Kloaka, liderado por su paisano Róger Santiváñez. Escuché su rollo y recordé los años 90. En su mochila traía algunas publicaciones últimas, parte de su cosecha: Sopa de novios, 2006 y La travesía del vikingo almibarado, 2007.
Ahí les va un fragmento del "lirismo inflamado" de ésta "criatura dulceacuicola y delicuescente residente de la luna madre" y perteneciente a la Hipervanguardia Étnica de la Kultura Contemporánea que invoca a todos los alquimistas, brujos y ventrílocuos del mundo a unirse:
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A las huríes


En estas secuencias del torbellino las mujeres embarazadas del reino perpetuo esperan el verano en la puerta de sus casas. Están aspirando la fragancia robada de las flores con la suave y deslumbrante emoción de sus antiguos amoríos. Ellas siempre comparten con nosotros sus verdes sonrisas impregnadas de sacrificio expiatorio y de fidedigna eufonía. Son las musas de maíz que renacen con sus trenzas redentoras en el camino pronunciado de su lenguaje albúmico y cactáceo. Son las que surcan el ritmo continuo de este enjambre donde los círculos concéntricos del paraíso se fueron ampliando hacia la ruptura cósmica con el silencium y la inercia de los neumáticos. Así con el exilio y todas las caras de la realidad atribulante y funambulesca dieron a luz la poesía y al canto de sus espejos. A la pubertad abstracta de estas casas de algodón y a todo aquello que pretendió marcharse con las alas de noviembre y sus coronas, pero todo quedó en la pátina de estas reminiscencias solo aptas para criaturas hipersensibles e intemporales. Igual como ustedes que conservaron el cáliz de la belleza y la inmortalidad en la ruta de la duna y la constelación de Orión.