Ricardo Paredes Vassall: conversación en el Queiroloo

noviembre 17, 2008
En el mes agosto, durante mi última visita a Lima, un amigo me presentó al filosofo ancashino Ricardo Paredes Vassallo, profesor en la Universidad de Taiwán y autor de varios libros. Recuerdo que los relojes estarían marcando las 10 y tantos. Recién estaba tomando el desayuno en un pequeño restaurante del centro. Aún fuera de Chiclayo es mucho más placentero despertarse un poco tarde. La resaca de la madrugada, el frío, el ambiente gris. A uno como que le entran ganas de quedarse dormido y para siempre en esa inmensa cámara de monóxido de carbono que es Lima. Pero bueno, Ricardo tuvo la gentileza de obsequiarme su reciente libro La plaga humana y quedamos en vernos al mediodía en el Queirolo.
Mientras bebía el café hojeé su libro y de inmediato pude percibir su agrio escepticismo. En Cioran podía encontrar hasta poesía pero en este tipo los asuntos de reflexión eran como dardos venenosos. Así lo pude comprobar cuando nos reunimos en el Queirolo. “Mi libro es un tratamiento filosófico”, me abordó de inmediato y uno de los componentes de lo que denomina plaga es el mismo ser humano. “La sociedad humana no tiene objetivos”, dice luego, “los objetivos son tan solo personales”.
Pedimos unos ravioles y un par de botellas de vino. ¿Pero el hombre si ha hecho cosas durante todo este tiempo, ha construido e inventado esta sociedad? Me replica, “el hombre no crea nada, somos parásitos racionales y si hay un propósito colectivo es ser comida de anímales. Para eso nos ha puesto la naturaleza en esta tierra”.
Hablamos un poco de política. “Hasta los perros tienen poder”, me dice. Recuerdo una parte de la canción Guachimán de la Sarita. Bebo un gran sorbo de vino. “Imagínate, en el mundo un rico vive de un millón de esclavos”. ¿Y en el Perú? Solo atina a señalar que ocho son los que nos gobiernan y a estos “ocho blanquitos fácilmente podrían ser arrojados al mar en una tarde”. ¿Y sobre Alan, nuestro querido y amado presidente? “A Alan le pesa más la lengua que el cerebro”. Sonrío. Fácil me digo imaginando una lengua tipo la de los Rolling Stone.
A eso de las 3 tuvimos que despedirnos. “Creo que he vivido lo suficiente”, comenta antes de despedirnos, “sin embargo no creo en mi vida, mi vida como la de otros es algo general, sin importancia para la humanidad”. Una linda tarde más allá de comparta sus ideas. Aún creo que no todo es una plaga y aún creo en mí, la familia y los amigos.