Sin lugar a dudas es la telenovela el género televisivo más polémico por lo poco que aporta y lo mucho que roba a sus seguidores (as).
Tan cotidiano como caminar por la más céntrica de las avenidas o almorzar metódicamente pasado el mediodía, es el ver a cualquier ama de casa u otro mortal, bien sentaditos frente al televisor, disfrutando de nada menos y nada más, que de una liviana telenovela cada 60 minutos, incluidos los comerciales.
Y es que la presencia de este género televisivo ha logrado familiarizarse dentro y fuera de todos los hogares de nuestra sociedad, de tal modo que por el hecho de no simpatizar con aquellos gustos, bien le podemos caer antipáticos o hasta parecerles extraterrestres, seres que no pertenecemos a este mundo.
No obstante la ironía, lo cierto es que en estos tiempos nadie escapa de saber qué telenovelas están de moda. ¿Y todo gracias a que? Pues nada más obvio que a la amplitud y velocidad con la que se desplaza la información hoy en día. Bendita información que atraviesa parques, sube a los buses, deambula por las calles o se estaciona en las bodegas.
Todas las edades, todos los gustos
Mas el asunto no queda allí. Hasta el momento existen producciones mexicanas, argentinas, venezolanas e inclusive peruanas que no sólo realizan aquellos típicos argumentos en que un apuesto y adinerado muchachón se enamora de su domestica u otra chica pobre - pero rica en el más amplio y físico de los resultados -, sino que también desde hace algún tiempo atrás vienen ambientando sus temas en torno al mundo infantil, juvenil y adulto también.
He allí Luz Clarita, Grande Pá, Torbellino Boulevard, Jugando a ganar y Mirada de mujer. Por su parte, los de la tercera edad tienen que contentarse con un papel secundario o en todo caso volver a recordar sus añejos tiempos de apogeo.
Y aunque estas realizaciones resulten superficiales, el hecho es que no dejan de ser productos y, como es bien sabido, todo producto que sale sin duda está destinado a entrar en un mercado y desde luego a ser consumido. Tiene que gustar y una vez más gustar a la gente. Y la gente no solo degusta, sino que también suele comerlas diariamente con los ojos. Come ocio, sueña ocio, toma una telenovela antidiet a cada hora.
¿Herrar es humano?
Sucede que el errar aparte de ser humano, es también un hábito en nuestra especie. De tal manera que ahora hablar de verdaderas novelas (o sea, El Ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha, El retrato de Dorian Gray, Cien años de soledad, o la que recuerde el lector), es hablar y aunque suene como un cohetecillo bamba, de aquellas telenovelas arriba mencionadas. Así es. Tal y como suena. Existe una confusión generalizada en cuanto al manejo idóneo de los términos, su verdadera semántica. Y en ello no sólo participa la tele audiencia o público consumidor. Voluntariamente incluidos están las televisoras que también a cada instante propalan el yerro.
En realidad no sé que cara pondría si estuviese vivo Oscar Wilde, al tener conocimiento pleno de todo esto, de cómo ponen en un mismo costal a su Dorian Gray junto a gorriones, ricos que también lloran y natachas ensoñadoras. En todo caso no me cabe agregar nada más. Angie Cepeda acaba de susurrarme en el oído. Alguna vez tenía que ser el galán.