Sobre Antropología de espuma

febrero 21, 2009


A una semana exactamente de la presentación del poemario Antropología de la espuma de mi amigo Jimmi Marroquín, publico el rollo, las palabras que pronuncié el pasado 14 de febrero. Si se animan léanlo o en todo caso el Mouse es libre de ser usado para lo que a usted le apetezca...

Sobre Antropología de la espuma
Por Stanley Vega


Antropología de la espuma es el tercer poemario de Jimmi Marroquín (Arequipa, 1970), poemario que como el mismo autor lo señala en la dedicatoria, es un “testimonio” “pálido y leve, del amor”. La familia, los romances finitos y una brumosa ausencia convertida en cenizas se desgajan a través de los múltiples espacios sostenidos en las tres partes que contiene este libro: I. Diseño de la espuma, II. Antropología de la espuma y III. Relación de cenizas.
En la primera parte se observa el desentierro, ese crepitante retorno hacia el pasado, los primeros esbozos de algunos vestigios que insisten en permanecer como “una secuela supurante de imágenes” y que a su vez “renuevan, con aleve unción”, el fundado linaje. En algún momento me hizo recordar a Valdelomar, cuando dice: “Cada mesa, cada cubierto, cada silla, ayer participe del fervoroso monologo de amados rumores disidentes, yacen, hoy, inertes, sumergidos en la caudal irrisión de la polilla”. Pero definitivamente hay una diferencia entre ambos. Marroquín vuelve a sentir su infancia con el corazón ebrio y añoso. En él no cabe la añoranza subliminal. Le llega altamente volver a tener esa remota y cristalina mirada de aquel niño que fue. Es por ello se le escucha decir: “Vana infancia, / ora en ruinas, / ora invicta, / en la primordial / regencia de la espuma”. Lo único que hace es entregarse a ese caudal dialéctico e inminente del tiempo. Y es precisamente en aquel prolongado retorno que también vuelve a transitar antiguos parajes: “Es esta la casa, / la que nos guarecía / de la aviesa / liviandad de la intemperie, / yace hoy, abandonada, / luciente, / como un amoroso monumento de la nada”.
El redescubrimiento de cenagosos fragmentos de su antigua morada, de su lejana casa-madre, propicia en la segunda parte, nombre que da titulo también al poemario, el hallazgo intermitente de sus hermanos y hasta el reflejo de sí mismo, “el hijo prodigo”, quien ha olvidado quién es, habitando “acá y el allá”, “la trasparencia del fuego”. Su voz está cargada de acerados adjetivos (Indolente, espectral, insoslayable, enardecida, insoluto, falaz, irrito, aleve, obsesas) e incluso tiene un tono profético. He ahí que en un instante de resplandeciente certeza indique “No, no se ha ido / esta nostalgia afilada como estaca”, “cada risa, cada llanto, / cada suspiro envilecido / o flatulenta vigorosa, / cada grito destemplado, / son hoy pábulo de la corrosión irreductible”.Es aquí cuando el tiempo se convierte en una hamaca fluctuante y se oye al poeta precisar: “He visto, en irretornable y agónica sucesión, / el flujo espectral de mi niñez, / su falaz acaecer / en el sendero burbujeante de una afiebrada visión”
Lo que uno puede hallar en la tercera parte es ausencia, un ligero viento de desierto, colilla esparcida en la noche. “Aún cuando no lo merezca / es esta mi heredad, austera y vasta”, “una suma impetuosa de vaho y viento / añadida a la tumescencia de la carne”. Mas luego, cuando la imagen de la amada es aún palpable su piel se esparce y dice: “la rutina que me acerca a ti, que me hace buscarte / desfallecido y acechante, sin saber quién soy / ni quién eres, confundidos en un tullido y enervante sueño / hecho de gajos de este mundo”
En Antropología de la espuma sin duda se percibe la noción fatigosa y astillada que se tiene a la hora de paladear el camino desandado. Versos escritos cuando los músculos estaban probablemente exhaustos y en el pecho se avizoraba los disparos provocados por el tiempo y la nada. Sentado en una azotea “donde se pudre al sol trastos” y ya teniendo el presupuesto, bajo una tarde cualquiera, de que “nuestra historia ya fue contada por diligentes bocas anónimas, trivial hasta la nausea, deformada, parchada con imperativos circunstanciales, heroicidades cómicas y huera palabrería solemne”. Más allá de hacer uso de la ciencia, lo que Marroquín ha hecho es tratar de exorcizar sus recuerdos, de recurrir a sus artes de impenitente demiurgo: “Es esta, y no otra, la historia / - la espuma - / que nos pule / como morosos guijarros de un mar
intraductible”

Invitación a presentación de poemario de Jimmi Marroquin

febrero 10, 2009




Estimados amigos, este sábado 14 de febrero presentaré el poemario Antropología de la espuma, tercer libro de mi amigo Jimmi Marroquin.

La cita es el Café Bar 900, ubicado precisamente en la calle Manuel María Izaga número 900.

Pueden aterrizar a eso de las 5 y 30. ¿Y por qué tan temprano dirán por ahí? Pues algo muy sencillo. Es día de la amistad, del amor. Así que a eso de 8 ya deberemos estar con varios tragos encima. La noche quedará corta para la doble celebración.


No falten. La entrada es completamente libre.






Algunos datos del autor


Jimmy Marroquín Lazo (Arequipa, 1970) es abogado e hizo estudios de Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa y en la Maestría de Literatura Peruana y Latinoamericana de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, de la que es egresado. Ha publicado los libros Dinámica del fuego y Teoría angélica, así como poemas y artículos en periódicos y revistas del medio. Tiene en próxima publicación el libro Políptico de la lluvia. El año 2002 se hizo acreedor al Premio Copé de Plata de la Décima Bienal de Poesía convocada por Petróleos del Perú, con el libro Teoría angélica.


febrero 03, 2009


Presentación del poemario Olor a bruma de David Núñez



Día: jueves 5 de febrero
Lugar: Pub Sunset Beach (Izaga 921)
Hora: 7:00 p.m.

La presentación estará a cargo del poeta y escritor Miguel Ildefonso.

Moderará el asunto: vuestro servidor, Stanley Vega.

La entrada es completamente libre.
Adorable Alizée
Bueno mi estimada Edith Piaf, a ver si luego hablamos. Hoy me quedaré con esta linda chiquilla. ¿Para qué escribir si el poemita está aquí, enfrente? Son huevadas.

cortesía oscar pita

ALGUNOS RECUERDOS DE LA ÚLTIMA FERIA EN TRUJILLO

Llegamos a Trujillo cerca de medianoche. Fue este último viernes, junto a Maty. Nuestro primo Carlos nos recogió en la agencia. Luego de dejar la mochila en el hotel lateamos un rato por el centro. Harto “cabro” en la plaza. Y por supuesto, aquel monumento castrado siempre en medio, gigante, musculoso y seguro maldiciendo a aquel sacerdote que mandó volar su pipi.

Después de almorzar con Carlos y conversar un toque con el tío Saúl, regresamos a la Feria. Ya era hora de leer nuestras vainas. El Babel Poética empezó a eso de las 4 y tantos. David Novoa metió un rollo inicial y hasta musiquita hubo. Nos encontramos con Paco Irigoyen, eterno vocalista de la banda de rock Víctimas del vacío y Miriam, su esposa. Éramos ya una manchita de chiclayanos. Bueno, es un decir pues sabíamos muy bien que Paco había nacido en Chachapoyas, Maty en Trujillo, yo en Santa Cruz y Miriam, en todo caso era la única nacida en esta bienaventurada ciudad.

En el transcurso del recital aparecieron Chicho Castillo, Jorge Hurtado, Victoria Larco, el gordo Javier Poicon, Alberto Benavidez, entre otros patas. Muchos de ellos no leerían. Había una regular cantidad de gentita sentada en las bancas de aquel jardín. Leímos y sacamos la huaracha. Tenía que ver a mi compadre Bethoven Medina. A las 6 p.m. presentaba su Arriero…

Nos encontramos con nuestro entrañable amigo Alberto Alarcón. Más repuesto que nunca. Le han hecho una operación a los ganglios que lo ha dejado rozagante y entusiasta. Nos saludamos con el hasta ahora escritor inédito Oscar Pita quien más tarzán presentaría la ultima novela de su pata Thays.

Con Jorge Hurtado y Tito, músico e integrante de Azulejos, enrumbamos hacia el cafetín. Allí habían quedado en verse con el bombardero César Gutiérrez. Tardaba un poquito así que salimos en su búsqueda y lo hallamos en la presentación de Ampuero, su pata carreta. A pocos minutos estuvo frente a nosotros, junto a su flaca, conversando en una de las mesas del cafetín. Llegó con unos chicos, uno de ellos, charapo èl, dijo conocerme y el otro, un gordito risueño y eléctrico dijo llamarse Gonzalo del Rosario. Pero claro que su nombre me sonaba, autor de Cuentos pa quemarse. A fines del año pasado me había enviado un correo múltiple para votar por su libro en una encuesta literaria, un libro que hasta hoy no he chequeado (es entendible el hecho por el cual no voté a su favor). El asunto es que el bombardero llegó con sus dos hinchas y se abrochó con la venta de dos ejemplares. ¿Precio de cada uno? 60 lucas. Pero se justificaba. La edición, hecha por el autor, era impecable, con interiores en cuche, acabado en mate, más de 500 páginas. Bien pagado. Mi compadre Hurtado lo había presentado el jueves último y desde ya tenía su ejemplar en casa.

Todos partimos al concierto de Rafo Raéz con quien estuvimos hablando horas antes, en el mismo cafetín. La primera vez que lo veía en plena performance. “Estaba nervioso”, me comentaría en la noche mientras bebíamos unas chelas en el Chaska, junto a Paco, Miriam, Maty, Luber Ipanaqué, Juaneco y Hurtado. Más de 300 gentes. O quizás más. Al finalizar cerca de 20 muchachos salieron a pogear con Viejo verde. Estuvo paja.

A eso de las 11 llegamos a la casa de José Carlos Orrillo, más conocido como Nesta y excelente fotógrafo. Allí se realizaría una reunión. El anfitrión nos recibió a los cuatro: Paco, Miriam, Maty y yo. Nos hallamos con Florentino Díaz, Omar Forero, Franco Castañeda, Benavidez, Novoa y otra gentita que no manyaba. Poco tiempo después llegaría Rafo y su flaca. La fiesta estaba tranqui. Hicimos un poco de time y fugamos. Rumbo hacia el Chaska. En la plaza nos veríamos con Luber quien temprano había llegado desde Piura.

Arribamos al Chaska cerca de medianoche. Allí encontramos a Javier Puicon. Horas antes nos había dicho que había obtenido el segundo puesto en el concurso de cuento organizado por la Feria. Claro, debía haber billete también para el segundo. Así no es, protestamos pensando en la celebración. Caballero nomás pues gordo, para la próxima tiene que ser fijo. Volvimos a ver a Rafo, quien había fugado antes que nosotros. Saludamos una vez más a Pita, a Cesar Gutiérrez y a Jorge Hurtado. Ya estaban sazonados. Entramos al fondo, donde no hubiera mucha bulla. Fue una madrugada tranquila, chevere. Escuchando a Lucibell. The cure, Dolores delirio. El bombardero partió junto a su flaca cerca de las 4. El Rafo también desapareció. Las chicas danzaron un rato y luego partimos a jatear. Una ligera garúa había mojado el asfalto. Las calles estaban calmadas, las casonas más aristocráticas que nunca.

Al día siguiente, domingo, volvimos a la Feria. Tenía que ubicarlo a mi amigo Bethoven Medina. Habíamos quedado en vernos para almorzar juntos. Pero no logramos verlo. Entonces en compañía de Henry Córdova, Luber, Juaneco, Maty y Rosita fuimos en busca de unas fuentes de ceviche. Para el corte. Bethoven justo nos halló y abrió sus alas de ángel de la guarda y partió hacia otra nube. De hecho que nos volveríamos a ver.

Nuestros pasajes estaban comprados para salir a las 8 p.m. Y como cerrando el círculo partimos hacia el terminal acompañados una vez más por nuestro primo Carlos. Y se unieron a la despedida Luber y Paúl Quispe. Partimos cuando una garúa tenue caía sobre Trujillo. Linda Feria. Sobre todo por ser –y no me cansaré de decirlo- un pretexto para ver a los patas y algo nuevo, ver a toda esa retahíla de riquísímas flacas que gracias al verano exhibían sus albos muslos bajo ese cielo liberteño.