Entrevista a Luis Eduardo García

noviembre 14, 2009


“Yo no extraño los lugares en sí, extraño las vidas que viví en esos lugares”

Luis Eduardo García (Chulucanas, Piura, 1960) reside en Trujillo desde hace más de veinte años. Ejerce la docencia universitaria y el periodismo cultural en un conocido diario del norte. Obtuvo en 1985 el IV Concurso El Poeta Joven del Perú. Ha publicado Dialogando el extravío (1986), El exilio y los comunes (1987), Confesiones de la tribu (1992), Historia del enemigo (1996), Tan frágil manjar (2005) y el Suicida del frío (2009). Después de un largo silencio ha editado su cuarto poemario Teorema del navegante (Revuelta editores, 2009(, propicio motivo para esta entrevista.



El tercero y a la vez último de tus poemarios, Confesiones de la tribu fue publicado en 1992. Han transcurrido más de una docena de años, ¿en que momento surgió ese rompimiento con aquel extendido silencio lírico, la decisión de exponer a la luz Teorema del navegante?


Porque parte de la madurez y sabiduría que dan los años consiste en saber cuando callar y, por supuesto, cuando romper ese silencio. Aunque no hay que olvidar que la poesía también puede ser un grito mudo.


Dentro de todo esto, Luis Eduardo, se dio a conocer una nueva faceta tuya, la de narrador, con Historia del enemigo (1996) y claro, en Tan frágil manjar (2005) reafirmaste tu labor periodística, ¿cómo va el trabajo en ambos géneros?


El proceso de escritura de un poema no es igual que el proceso de escritura de un cuento o un artículo periodístico. Los tres, sin embargo, son formas de expresión con las que me siento cómodo. Pero si tuviera que elegir, elegiría la poesía puesto que se trata de un acto de creación absolutamente libre y gratuito.


Volviendo a Teorema del navegante, lo primero que pude notar es su aproximación al titulo de Juan Ojeda, El arte de navegar. Leyendo un poco más me encontré con este verso: “Su servidor, señores, / no será nunca como Vallejo, como Borges, / como Pessoa; / ni menos como Ojeda”. Sabía de tu admiración por Vallejo, Pessoa y Borges, pero lo de Ojeda es noticia nueva para mí. En todo caso, ¿de qué manera llegaste a encontrarte con la poesía de este excelente poeta chimbotano?, ¿en qué medida se ha valorado su obra en nuestro país?


Bueno, el viaje como una metáfora de la vida no es nuevo en la literatura universal. Por otra parte, quizás inconscientemente pensaba en Ojeda a la hora de ponerle título a mi libro. Él aparece al lado de esa trilogía por pura asociación. Es un poeta olvidado que me interesa por la fuerza que exudan sus versos, pero no más que Pessoa.


Adentrándome un poco más, percibí -me refiero sobre todo a la primera parte del texto, Mares interiores- cierto coloquialismo descarnado y un tratamiento posmoderno que ni siquiera se ha podido avizorar en tus tres poemarios anteriores. Cito algunos versos: “Te tocó perder, varón./ Caballero nomás. / Por un puñado de dólares / no te vas a hacer el valiente, / conchadetumadre, / hijodeputa”. O estos: “Jamás, queridos hermanos, me ganaré un Oscar honorario, un Grammy, un Nóbel o algo semejante a un Derby en Fiestas Patrias”, ¿a qué se debe ese giro, esa modo de voltear la tortilla?


Se trata de un coloquialismo que ha llegado sin que yo lo buscara adrede. Creo que los temas buscan su propia manera de expresarse.


Otro de los aspectos resaltantes es tu acrecentado desencanto, ¿a qué se debe todo ello?, ¿al cúmulo de los años, a la convivencia humana?


Creo que hay demasiados motivos para sentirnos desencantados. ¿A qué se debe esto? Supongo que a nosotros mismos, a nuestra condición de seres autodestructivos y egoístas.


¿Sirve de algo tener fe en este mundo?


Claro, nos ayuda a seguir con vida.


¿Es francamente la felicidad solo “un sustantivo, / un concepto, un nombrecito cualquiera”, simplemente nada?


La felicidad es un sustantivo, un concepto, un nombrecito cualquiera cuando es un sustantivo, un concepto, un nombrecito cualquiera.


¿Hasta hoy nadie ha venido hacia tu lado y te ha confesado “que la vida es un flaco favor de Dios, / fiesta por / nada, / grito en el silencio, / pólvora en gallinazo”?


No, la gente no suele hacer confesiones de este tipo. La poesía es una de las maneras de comunicar de manera profunda por qué el mundo es como es.


¿Cuáles son tus peores miedos? ¿Acaso la oscuridad, el silencio, la soledad o de pronto la muerte, el fracaso, el olvido?


Tengo miedos, como cualquier ser humano. Temo, por ejemplo, que alguien le haga daño a las personas que más amo.


En Confesiones de la tribu, una de las voces femeninas menciona que a la madre le gustaba cantar los boleros de Leo Marini, ¿en qué momento llegas a descubrir y disfrutar la música? ¿escuchas boleros?


Sí, me gustan los boleros. Los aprendí a escuchar de niño debido a que le gustaban a mis padres. Sin embargo, quizás por un deseo de completar una educación musical deficiente, escucho más jazz y música clásica.


Además de Sabina, ¿qué otros compositores e interpretes te agrada escuchar?


Me gusta mucho Serrat.


Desde hace varios años vienes ejerciendo la docencia universitaria, ¿te ha restado tiempo para tu labor creativa?


No, ¿pero a quién no le gustaría dedicarse a tiempo completo a la literatura?


¿Vale la pena sacrificar los años en pos de una vida pequeño burguesa y adocenada? ¿Es imposible ser un Pessoa, verdad?


Nunca he perseguido una vida burguesa y adocenada. Creo más bien en la vida libre y sincera. En cuanto a ser un Pessoa, creo que es demasiado insolente pensarlo.


Resides en la ciudad de Trujillo desde hace veinte años y supongo que has llegado a quererla e incluso odiarla como ya es típico en este tipo de relaciones hombre-territorio, ¿qué extrañas de Piura?


Yo no extraño los lugares en sí, extraño las vidas que viví en esos lugares. En realidad, casi todas las relaciones que los hombres establecen con su entorno son de amor-odio, tal vez porque la vida es en sí misma una contradicción.


Trujillo siempre ha tenido una sólida tradición literaria. Sin embargo, ¿es la figura de Vallejo una imagen referente o una luz cuya sombra ha opacado y viene opacando no solo a una, sino a varias generaciones de poetas liberteños?


Vallejo es un faro más que una sombra. Allá los que lo sienten como una sombra muy pesada.


¿Qué sabes de la nueva promoción de poetas y narradores trujillanos?


En realidad muy poco. A veces pienso que las nuevas promociones de poetas y narradores meten muy poco ruido, muy poca bulla y entonces nadie se percata de que existen.


¿A qué se aferra Luis Eduardo, mientras ocurra “lo que tiene que ocurrir”?


A mi cama, a mis libros y a la gente que me quiere.

 
(Fuente: Revista Entera voz N” 002, agosto de 2009)