SANTUARIO DEL ARTE EN HONOR A FELIX REBOLLEDO

octubre 19, 2008



Autoretrato de Félix Rebolledo
Hace un par de años atrás la familia Rebolledo Herrera inauguró el Santuario del Arte en la ciudad de Catacaos, una sala donde permanentemente se expone la obra del artista plástico Félix Rebolledo.
Félix nació el 3 de junio de 1944 en Catacaos. Su padre fue un pintor de paisajes y retratos. Es por ello que a los 10 años ya manejaba el color y el dibujo. En 1960 ingresa a la Escuela Nacional de Bellas Artes. Egresa en 1965. Tenía 21 años. Se graduó con Medalla de Oro y con el Premio Nacional. En 1967 junto a Marcelino Álvarez, Carlos Cruz, Eulogio de Jesús y Fernando Torres forman el Grupo 67. En octubre de ese año parte a París gracias a una Beca otorgada por la ENBA. En la ciudad francesa realiza estudios sobre xilografía, intaglio y litografía. Recorre Italia, Inglaterra, Austria, Bélgica y Checoslovaquia. Regresa al Perú en 1971. A partir de 1972 forma parte del cuerpo de docentes de la Escuela donde egresó. Enseña dibujo. A fines de 1978 funda con Francisco Izquierdo el Movimiento de Arte Realista: el artista y su época, y en 1981 la Asociación Trabajo y Cultura, dedicada a fomentar las actividades culturales, de estudio y promoción social. Siempre se mantuvo reticente a exhibir en galerías.
Y es que como señala Nanda Leonardini, Félix Rebolledo, siempre fue un “político por naturaleza, solidario, interesado por el hombre y el entorno”. Y sobre su obra la misma chica sostiene que refleja “el dominio de la técnica, la composición y el acabado”. Su temática fue sin duda eminentemente social.
Es detenido el 15 de junio de 1984. Fallece el 19 de junio de 1986 en el motín de San Juan de Lurigancho, durante el gobierno del actual presidente, quien no ha abandonado a su mancha de mafiosos y continua practicando sus tan pendejos y nefastos hábitos, solo que ahora con más maña. Le faltaba a Félix una semana para salir en libertad y una de las cosas es que nunca se le había probado delito alguno.
Sus restos se hallan en el cementerio Nuevo Imperial de Cañete.
Si les place visitar el Santuario esta es la dirección: San Francisco 872, Catacaos, Piura.

Doraliza Herrera, madre del artista, mostrando la obra de su hijo

UN TEXTO DE LAS HORAS NATURALES



Como dije anteriormente, lo que he leído de Alfredo José es casi nada. Cómo algunos saben, Delgado Bravo nació en Monsefú, año 1924. Estudió en la Universidad Mayor de San Marcos e hizo amistad con destacados poetas y escritores peruanos como Pablo Guevara, Washington Delgado, Osvaldo Reynoso y Carlos Eduardo Zavaleta.
Las horas naturales (Imprenta Quesquén, Chiclayo 1968), obtuvo ese mismo año el Primer Puesto en los Juegos Florales organizado por la Escuela Normal Sagrado Corazón de Jesús de esta ciudad.



AQUÍ YACE EL QUE VIVO



Oh vivir tan hermoso como esquivo
Con qué fidelidad te voy viviendo,
Con qué pueril amor, aún sabiendo
Que de males y muerte eres cautivo.

Cómo, entonces, en todo lo que vivo
Tus fauces siento que me van royendo
La mas íntima entraña y convirtiendo
En un leño troncado sin motivo.

Qué cruel y duro es, oh, peregrino,
Este volverse polvo y luego viento,
Todo el amor, no empiece, a ti entregado.

Oh vivir, si morir es tu destino,
Cómo has de padecer remordimiento
Por todo lo que de verás te ha adorado.

OTRA DOLOROSA PARTIDA. ALFREDO JOSÉ DELGADO BRAVO

octubre 16, 2008

En Piura me enteré de la muerte de unos de los poetas chiclayanos quizás más querido y apreciado –junto a NIXA– por la fauna literaria e intelectual de nuestra ciudad: Alfredo José Delgado Bravo. Ahora que he vuelto de viaje posteo estas líneas.
En realidad pocas han sido las veces en que conversé con él. Quizás la ocasión en que departimos más tiempo fue el año 2002 cuando coincidimos como miembros de jurado en un concurso organizado por el colegio Renan Elías de la FAP. Era bajito, de anteojos enormes y me imagino pesados, piel morena y una voz apenas audible. Tenía su chispa y vestía chalequito, saco y zapatos bien lustrados. Resultaba agradable y fácil se podía conversar sobre toda una gama de autores clásicos. Por momentos no lograba captar sus palabras y me limitaba a ver su sonrisa. Peor hubiera sido si en aquel instante, sobre aquel patio, se le ocurriera pasar a un avión. El aeropuerto estaba cerca.
Hasta ese entonces solo había leído de él, Las horas naturales y uno que otro poema suelto. Su primer libro llegó a mis manos circunstancialmente, durante la década del 80, a través de un profe de literatura, vecino del barrio. Estaba compuesto de sonetos, tercetos y una serie de rimas que desde un inicio me dejaron un sabor a antiguo, a fría lejanía. No me grabé su nombre y hasta que transcurrido un buen tiempo supe que aquel autor estaba vivo y era lambayecano, autor del himno a Chiclayo y también padre de mi amigo Iván.
A pesar de esta adolescente impresión pude apreciar en lecturas posteriores, esa sensibilidad y llaneza de aquél poeta cosmonsefuano (por haber nacido en Monsefú, denominada ciudad de las flores), tal como firmaba en sus datos.
Mi amigo Ernesto Zumaran, cada vez que llega la ebriedad, suele decir algún día moriremos. Y es verdad. Llegará el día en que atravesaremos esa delgada línea en completo silencio más allá que el dolor resulte un aguijón en el alma de los seres que en vida nos amaron.


OSCAR PAJARES. EXPERIMENTANDO CON EL CLARIN CAJAMARQUINO

El otrora líder de la banda cajamarquina de rock Ruido negro, Oscar Pajares, ahora anda metido en hacer fusión, centrándose sobre todo en el clarín cajamarquino, instrumento musical que no hace mucho ha sido reconocido como patrimonio cultural. Haciendo uso de este mecanismo, especie de largo carrizo cuyo sonido parece un berrido de los apus, Oscar ya viene grabando algunos temas, tanto como solista así como parte del grupo Serránia, integrado por cuatro muchachos más. Hay una mezcla de cashuas, huainos y rock instrumental.
Como se verá, por el momento Ruido negro anda en caminos diversos. El Zeta, fundador también del grupo, fue a estudiar Ingeniería de sonido a Buenos Aires y ahora no le falta chamba. Igual ocurre con Pajares. No me puedo quejar, yo vivo de esto. Tengo equipos, un lugar para hacer conciertos, hago comerciales, nos comenta mientras vemos un video donde Serránia comparte el escenario con el saxofonista Jean Pierre Magnet, en un concierto realizado en Cajamarca.
En este último viaje a Caxamarca también me encontré con la ingrata noticia de la partida de Kalico, líder y vocalista de Kalico y los Kaliches, Un cáncer al estómago lo llevó joven, tenía unos 30 años y dentro de todo este nostálgico asunto es que ahora a su hijo también le vacila la música. El deseo es que de pronto Kalico despierte junto a los Kaliches.
Arriba les dejo con un videito de Miki Gonzáles quien ya es un viejo fusionista y quien desde hace un tiempo ya le entró a experimentar con el clarín cajamarquino.

AL VUELO DOS VOCES: LUBER IPANAQUE Y PERCY VIDAL

octubre 10, 2008
En la última actividad cultural realizada por Diantre, arte y cultura, este 20 de setiembre en la sala escénica del INC ubicada en Chiclayo, se presentaron una serie de poetas que realmente vienen escribiendo cosas interesantes. Cito algunos nombres: Ronald Calle (San Ignacio Cajamarca, 1982), quien ha recibido elogiosas palabras el tío Marco Toño Denegri, César Boy (Ferreñafe, Lambayeque 1981), Julio Paredes (Tarapoto, 1987), Percy Vidal (Chiclayo, 1979), Lúber Ipanaque (Pucallpa, 1985) y Cromwell Castilo (Motupe, Lambayeque 1981), No obstante, más allá de esta referencia solo el ejercicio y el tiempo expresará lo realmente autentico. Por ahora colgare algunos textos de dos de ellos. En posteriores fechas a ver si hago lo mismo con la de los demás patas.

Lúber Ipanaque vive en Piura pero nació en Pucallpa, el año 85. Estudia Derecho en la Universidad Nacional de Piura. Ha publicado Hostia Sideral (2005) y Los apóstoles de la Muerte (2007). Por él he sabido que existen grupos de jóvenes poetas en aquella ciudad vecina, del 2000 dicen, que conforman grupos como Magenta y Pensamiento Profano. Lúber integra Plazuela Merino. Chequeé a la volada también un boletín de Magenta, donde pude apreciar un apreciae diseño y un par de poemas rescatables.
Ahí les va un texto de Ipanaque:




ALUCINACIÓN/ IV



Bebiendo. Bebiéndome la vida, oí:
“Lúber, tu mujer dará a luz un niño.
No tengas miedo y llévala a tu casa.”
Hace días estás que me hablas,
yo no quiero caer en tu juego.
No soy tonto y capaz que tú
ya te has acostado con ella – le contesté
aturdido.
“Has lo que se te venga en gana,
pero recuerda quién te habla” – dijo.


I.- Mientras la lluvia seguía, en el cielo
retumbaban los truenos y relámpagos.
Y se oyó el perreo vallejiano: “Bruno, perreo. Bruno, perreo.
Hay golpes en la vida…Azótame”


II.- Lloraba, sí, lloraba. Lúber lloraba.
Y en sus ojos se reflejaban las estrellas.
Así fue como se cortó el brazo y se quemó
con puchos de cigarros.


III.- Se hizo necesario navegar en el horror,
ser pasajero de combi, contener náuseas,
soportar olores pestilentes:
“Mi país es una combi conducida hacia el abismo.”


IV.- Pues él vio como incendiaban nuestros
pastos y cortaban nuestra historia.
Se lo llevaron todo y nos dejaron sin sentido.
Pero aquí no pasa nada, un momento por favor,
aquí no pasa nada: el Perú es el Perú
y no sirven para nada los poetas.




Desde siempre Percy Vidal ha vivido en esta ciudad. Teme viajar. Después de varios años que he vuelto a verlo. Y lo bacán es que no ha dejado la poesía. Tiene casi listo un poemario. Aún así se mantenga lejos de la escena literaria local él ha venido trabajando sus textos. Desconoce palabritas como metatexto, minimalismo, entre otras. No se ha contaminado con las ínfulas, las poses, el ego de mucho de nosotros. Vive administrando su pub y escribiendo en la barra.




En verdad
lo siento mucho por Adan
quien no pudo saborear
el dulce placer
que se siente
al desnudar a una mujer.




El espejo me recuerda
que estas dos líneas
aparecidas en cada extremo
de mi boca
es el precio que debo pagar
por tanta sonrisa hipócrita.

BETHOVEN MEDINA: LA ELOGIOSA PERSISTENCIA

septiembre 16, 2008

Desde hace varios años que nuestro amigo – y corresponsal de Entera voz en Cajamarca– se desempeña como gerente de la Caja Nor Perú de aquella ciudad. ¡Un poeta ejerciendo la gerencia! Así es. Tal y como se lee. Pero bueno, cualquiera podría pensar que un cargo de estas características fácil que ya absorbió y anuló su creatividad. Que a punta de balazos –billetes de cien– ya mató a sus musas. Nada más falso. Bethoven Medina, nacido en Trujillo año 1960, es una de esas raras especies de poetas que ejerciendo una labor administrativa persiste en aferrarse al canto, a la poesía.
Durante el día se viste de saco y corbata y a partir de las cuatro de la madrugada se entrega a la danza de su imaginación. Tiene en prensa un nuevo poemario. El año pasado publicó Cerrito del amanecer, colección de poemas dedicado a niños y que mereció un segundo puesto en la II Bienal de Poesía del ICPNA. Dos cosas me gustó: el formato de la edición, un libro chiquito, de siete por once centímetros aproximadamente y que en sus poemas no haya esa enturbiada pretensión didáctica y sobre todo el considerar al niño como un ente bobo, capaz de engullir tanta simplonería de un adulto que dizque presume acercarse a su niñez y ser poeta. Y de esta gente hay como michi.
Cuelgo en este Cerro virtual dos poemas de aquel poemario.



INICIO


La luz
se extendió en el universo.

El día y la noche
iniciaron su eterna ronda.

Y el cerro
que nació del temblor de la tierra,
no encontró explicación,
y se durmió.



ALGUNOS CERROS SE EMPINAN


En la sierra
algunos cerros se empinan,
se alzan en punta,
como pétreos alfileres hiriendo el manto
atmosférico.

Otros,
se extienden en praderas,
con fecundos surcos en sus lomos;
ahí también se recrean vacunos que pastan
su aromada superficie.

Asi permanecen las cumbres peruanas,
variadas aristas de la cordillera.

Y el hombre,
despierta, vive y duerme,
entre cerros,
ya empinados, ya extendidos
celebrando la existencia.

UN FIN DE SEMANA EN CAXAMARCA


Este fin de semana la pasé en Cajamarca. El último viaje fue en 2003, cuando fui invitado al II Festival Internacional de poesía El Patio Azul. Esa vez nos hospedamos en el Hotel de Turistas. Ahora solo nos quedaba alquilar una habitación de quince luquitas.
Calculé que en seis horas deberíamos estar en Cajamarca. Pero manan. Desde Chiclayo lo hizo en nueve. No se le ha ocurrido mejor idea al Gobierno Regional de Cajamarca que descascarar la pista a partir del cruce, o sea desde Ciudad de Dios con la idea de volverla a asfaltar. Pero me cuenta –un pasajero– que todo ese rollo tiene más de un año.
El hecho es que la pasamos como si estuviésemos viajando en un bus de los picapiedra. Solo nos faltaba sacar las piernas y los piececitos por debajo del piso.
Ah, bendita burocracia. Benditas autoridades políticas. ¿Estrategia electoral? ¿Acaso falta de fondos? ¿Y el canon minero? Solo pendejada, nada más.

I FIESTA DEL DIANTRE


Visita del poetik & ventrilocuo Lelis Xoledad a tierras de Naylamp

septiembre 04, 2008


Hace unos días me visitó Lelis Rebolledo, poeta nacido en Catacaos, Piura. Llegó temprano, antes de las siete de la mañana. Venía de Lamas, Tarapoto y mientras nos despachábamos el desayuno pude ver que casi nada había cambiado. Ahí estaba esa ondeada melena, sus lentes tipo Lennon y esa misma flacura de hace siglos, mismo Eskeletor. Hacia varias lunas que no lo veía. Como algunos sabrán Rebolledo fue miembro, desde el norte, del Movimiento Kloaka, liderado por su paisano Róger Santiváñez. Escuché su rollo y recordé los años 90. En su mochila traía algunas publicaciones últimas, parte de su cosecha: Sopa de novios, 2006 y La travesía del vikingo almibarado, 2007.
Ahí les va un fragmento del "lirismo inflamado" de ésta "criatura dulceacuicola y delicuescente residente de la luna madre" y perteneciente a la Hipervanguardia Étnica de la Kultura Contemporánea que invoca a todos los alquimistas, brujos y ventrílocuos del mundo a unirse:
X

A las huríes


En estas secuencias del torbellino las mujeres embarazadas del reino perpetuo esperan el verano en la puerta de sus casas. Están aspirando la fragancia robada de las flores con la suave y deslumbrante emoción de sus antiguos amoríos. Ellas siempre comparten con nosotros sus verdes sonrisas impregnadas de sacrificio expiatorio y de fidedigna eufonía. Son las musas de maíz que renacen con sus trenzas redentoras en el camino pronunciado de su lenguaje albúmico y cactáceo. Son las que surcan el ritmo continuo de este enjambre donde los círculos concéntricos del paraíso se fueron ampliando hacia la ruptura cósmica con el silencium y la inercia de los neumáticos. Así con el exilio y todas las caras de la realidad atribulante y funambulesca dieron a luz la poesía y al canto de sus espejos. A la pubertad abstracta de estas casas de algodón y a todo aquello que pretendió marcharse con las alas de noviembre y sus coronas, pero todo quedó en la pátina de estas reminiscencias solo aptas para criaturas hipersensibles e intemporales. Igual como ustedes que conservaron el cáliz de la belleza y la inmortalidad en la ruta de la duna y la constelación de Orión.

Algunos poemas de Juan Ramírez Ruíz

agosto 14, 2008
Un amigo me sugirió colgar en este blog los poemas de JRR. No había leído la poesía de aquél. He aquí algunos textos. Servido. Y no intenten llamar al número de Irma Gutiérrez. Es posible que el mismisimo Juanrra les conteste. Ya la encontró y comprobó que la amistad no es imposible en este mundo.

 

EL JÚBILO

 
Atención, éste es el júbilo, éste es el júbilo,
huyendo del silencio, viene, viene, se queda,
limpia, éste es el júbilo, el silencio le huye.
Elfina tú decías no, pero está conmigo
tómalo en mis ojos, en mis manos. Elfina
deja la tarde en la calle, avisa y que vengan,
que se alejen de las ofensas, que descuidan la
acechanza, el improperio, la alevosía,
aviso, dilo y abandona las oficinas,
corre, ven con todos, corre, separa tus dedos
de las maquinas sumadoras, cierra cierra,
los libros, los llaveros, los insultos, éste es el júbilo,
éste es el júbilo, reconócelo Elfina, éste es el júbilo.
Este que se aleja de la redondez del cuatro,
de la punta involuntaria del cinco
o del alambre que sigue al viento. Éste es el júbilo,
éste es el júbilo, este viento cargado
con sonidos de vidrios verdes, éste es el júbilo,
y conmigo está mirando la tarde. Entro en los pechos,
en las frescas canciones, entro, éste es el júbilo,
esa música, esa cadencia, ese relumbre
que dejo caer sin recogerlo, éste es el júbilo,
reconócelo Elfina, éste es el júbilo.


IRMA GUTIÉRREZ
(Aún sucede)

 
No sé si habrás ido
a la fiesta que me invitaste, Irma Gutiérrez.
No sé qué será de tu vida.
Dos veces he querido llamarte por teléfono.
Pero me ha brotado mucha luz en estos días Irma
y ahora tengo reunidos
los rostros que imaginé para ti
allá en el jardín ofrendado a los enfermos.
Me ha brotado mucha luz en estos días
y mis ojos, mis ojos de chisco quemado eran verano de papayal,
30 de enero en Guayaquil o el uso de una chompa de alpaca hoy.
¡Irma! ¡Irma! debes estar impaciente
en la clínica andarás aguardando mis llamadas
o irás a la sala de recepción. Te preocuparás.
Pero por ahora he terminado y
voy a llamarte al 233000 y si no estás te buscaré.
Y te voy a encontrar para que nadie diga
que es imposible
la amistad en este mundo Irma Gutiérrez.

(Poemas de Un par de vueltas por la realidad)


XXVIII
Encuentro con el Terror


A ti te conozco terror, te conozco:
tú preguntabas por mí, hurgando en mis ojos
con una luna chueca; y yo a ti e encontré
mirando suelo y cielo, solo,
buscando mi error con las dos manos.
Tú querías matarme con astros bizcos,
tú columpiabas mi mente expelida por un golpe:
a ti te conozco terror, te conozco.
Pero si oscuro va el bosque,
lo que ocurre (¡aquí está!) va más oscuro todavía:
¡remolino de hechos que vomita
un incendio antropomórfico, mi cuerpo
como látigo se agitaba contra mí
con el peso del ojo en la mirada!
Te conozco, a ti te conozco terror;
tú ya no puedes mi mente columpiar.
XXIX
Encuentro con Juanrra
Mi retrato moja los espejos
con pensamientos irritados
cuando vuelvo jalado por el lado afectuoso
más allá de donde fui sin duda alguna:
a dónde vas así, Juarra, ve pues pronto:
dále al viento lo que pide:
un tejido con los hilos de tu camino electo:
la senda tiene nudos: acaba sus huellas:
adelanta tu meta: jala tu misión:
vive tu milagro.
Enlaza paisajes a la intuición recibida
y recoge distancias
como si fueran diminutas florecillas:
en ningún caso, la piedra
fue la ancianidad del agua:
nadie, sino tú, siguió hasta aquí tu pulso:
no polvo de rayos
ni relámpagos licuados guarda tu casa.
Los mares tarjados con veleros y bañistas
Siguen tincando en las playas tu destino:
Vira hacia el verdor, retrato, vira hacia el verdor:
Pronto, y no en cualquier momento.

ATSAHUACA
II
 
Por - en los ríos Corama y Chaspa –
20 eran los Atsahuasca en 1914 –
y ninguno en 1975.
¡Extinguidos! ¡Extinguidos!
¡Y allá donde se posó la huangana
ya nadie volvió a crecer!
¡Y allá donde voló el paujil
sólo una vorágine de aguíjales queda!
Nunca se cansa la muerte – nunca
(qué raro)
no la llama nadie y viene –
la llaman y viene…
Nunca se cansa la muerte…
Por donde pasa deja un libro
escrito y otro por escribir.
La inocencia es su puerta
y la traición su ventana…:
muchos caminos abandonados
labran una pampa –
pero ella es casa de nombre
solo ella es casa de puro nombre.

(Poemas de Las armas molidas)

De Rioja su publicación cultural






 

















En manos de Gustavo Hidalgo, me ha hecho llegar Luís Salazar Orsi desde Rioja, los dos primeros números de un pequeño boletín del Instituto Provincial de Cultura de Rioja, publicación que por cierto la dirige. Se trata de SACHAPUQUIO o "fuente del bosque".
A decir de lucho, edición local, dirigida a lectores riojanos y que sin embargo pretende que su contenido interese y motive a lectores de otras latitudes. Y a decir verdad si que lo logra. Al menos con este inquieto y solitario lector.
En ambos números, el 1ero aparecido en abril y el último en julio, encontramos artículos sobre el carnaval riojano, la sentida muerte de Pablo García, antiguo músico que con su pifano y un tamborcito siempre solía estar en los rituales ancestrales, la situación del libro y la lectura en San Martín, los modos lingüísticos de interactuacción entre los pobladores de Rioja, adivinanzas, relatos costumbristas y entre otras cosas frases que en un colegio surgieron luego de realizar un concurso –se había detectado bajo rendimiento de los alumnos a causa de la deficiente alimentación–, frases que me hicieron sonreír y que acá les va: "Huambrillo bien papeado / vivirá fuerte y sano" y otra, "Comiendo illuria con su ingirito y tomando / masato, crecerás sanito y pucachito y no / serás posheco ni shepleco".
Me resultó admirable la persistente labor de la Asociación Cultural Rupacucha, que en abril cumplió sus 19 aniversario y también la grandiosa chamba del lameño –nacido en Lamas– Carlos Maktangrunaka, quien hasta hoy, desde hace 40 añitos, viene editando la revista No hay cultura sin lectura. Va por el numero 149. Todo un guerrero este tío.
Este SACHAPUQUIO debería andar en más ciudades. Deambular en otras tierras. Y a ver si más gente se anima a beber de sus aguas.

Yo no soy huancaíno por algo

agosto 11, 2008

Cuando llegamos a la incontrastable ciudad de Huancayo era cerca de medianoche. Día 21 de julio. Por primera vez visitábamos aquel valle, aquellos territorios. Durante las seis horas de viaje vine conversando, dejando en silencio algunos cerros, con un amable huancaíno y así supe que justo nosotros llegábamos en vísperas de la celebración a Santiago, una de las más importantes fiestas de aquel departamento. No te preocupes por el soroche, es mental, me decía. Así que pasamos por el Ticlio, a 4818 msm y mis pulmones eran de cóndor. A la firme. Nada de nauseas ni mareos. En los asientos de atrás, David y Maty permanecían callados, concentrados, evitando el frío y las arcadas. Es mejor que guardes la bolsita, le dije a mi contertulio quien la había pedido por siaca vomite, estoy como la llama de chiclets adams, chévere, bien chévere.
Al bajar, el amigo Villalobos, anterior vecino de asiento dijo que nos acompañaría a buscar un hotel, que sería nuestro guía al menos por ese instante. Llamó a un amigo suyo, taxista, para que nos recoja. En 15 minutos estaría allí. Salimos del Terminal y el frío se metió en los zapatos. Miré enfrente y solo pude ver una especie de duna, al menos tenía esa forma y me imaginé que detrás estaba el mar. ¿Si toman emoliente?, interrogó nuestro más reciente pata. Claro, claro, claro. Esto les va a abrigar, ya verán.
Luego de varias vueltas nos hospedamos frente a la Universidad Nacional del Centro. Al día siguiente presentaríamos el nuevo número de la revista Entera voz dentro del I Congreso Latinoamericano de Comprensión Lectora, el cual se llevaba a cabo en las instalaciones de esta misma institución.

Preparando el mondonguito para la fiesta de Santiago.
A eso de las 10 a.m. encargamos nuestros equipajes en la recepción del hotel. Sin duda fugaríamos a otro.
Con la claridad de la mañana se pudo ver aquella parte de Huancayo. Estábamos casi a la entrada de la ciudad, viniendo de Lima, en el distrito de El Tambo, lugar por donde transitaron innumerables gentiles y entre otras cosas nació Tongo, genial autor de Sufre peruano sufre, La pituca, El clic y "hermano" de Jaime Bayli.
Puro casas de material noble y a medio construir, misma periferia de Lima. Nada de tejas, musgo, cal, adobe. Entramos a la Universidad. Áreas verdes. Grandes árboles. Más de una decena de muchachos practicando un huailas. Amplios espacios para sentarse. Todo bien hasta que me di cuenta que para ingresar al paraninfo no había rampa alguna. Solo gradas. Me limité a conversar y a fumar unos cigarrillos. Encontramos a Chicho Villegas con su típico traje de poeta y ñato de risa. Había salido de Chiclayo el sábado. Es así que estaba participando del Congreso desde el día anterior y se hallaba emocionado con la presencia de una alta y robusta yegua brasileña que había publicado un libro de poesía erótica. Es lo que pude entender cuando Sandra Araujo, simpática venezolana e hincha de Chávez, intentó traducirnos. Pana, este poema se llama Fornicación. Vamos lee que con este frío de algo ha de servir la poesía. Hay que ver si entramos en calor.
Al llegar la tarde nos comunicamos con el maldecido Obando y Alberto Chavarria. A éste último no lo conocía. Solo por correo electrónico. El maldecido llegó primero. Malditos, ¿cuando han llegado? Recién hombre, anoche. A eso de las once. ¿Y cómo tá el evento? Unos cuantos gatos y conferencias en portugués. ¿A qué hora presentan la revista? A las 7 y media de la noche.
David junto a Obando chaparon un colectivo rumbo al centro de Huancayo, con la firme idea de alquilar lo más pronto posible un par de habitaciones en un módico y cómodo hotel. Llevaron las mochilas y la caja de revistas. Eran las 6 y tantos. Antes ya habíamos quedado en vernos al día siguiente con Chavarria y otra gente. Entonces mañana los veo. Bacán, así quedamos. Maty, Jack Flores –narrador limeño que hace poco lo habíamos visto– y yo nos quedamos esperando a los muchachos en la entrada de la universidad. A la mierda, qué frío. Me desaparecí un par de cigarros pero nada. Los dedos de mis manos y pies estaban helados. Mucha vaina quedarse ahí esperando a esos locos. Ni que fuéramos pingüinos. En eso que nos disponíamos a partir llegó uno de ellos. El maldecido nos daría el alcance en la presentación.
Sin pena ni gloria presentamos el 22 de julio la última Entera voz en la Casa de Cultura Juan Parra del Riego. Y no fue la única revista que se presentaba, sino también la Facultad de Pedagogía y Humanidades de la UNCP presentaba el 4to número de su revista Educación & Ciencia. Además, Chicho no escatimó el tiempo y al toque clavó sus bigotes y presentó su poemario. Qué programación oficial ni ocho cuartos. Muy ceremonioso el asunto. O mejor sería decir chistoso. Es decir, el auditorio consistía en invitados foráneos, brasileños que ni papa entendían de nuestro rollo, una sola venezolana, algunas tías de argentina y otro tío de México. El resto, lo más sordo y obtuso de todo auditorio: las autoridades universitarias.
Ese fue nuestra primera y última participación en aquel Congreso. Hubiera vuelto para enviar con la Araujo unos cuantos ejemplares de la Entera Voz para mi amigo el narrador Enrique Plata pero no se pudo. Otras fuerzas muy semejantes al río Mantaro, supongo, nos llevaban hacia otra orilla.
- . -

El hotel donde nos hospedábamos estaba ubicado cerca de la plaza Huamanmarca, a dos cuadras para ser exactos y según nos comentaron después, era antiguo y tenía su historia. Que incluso Prado Ugarteche y otras antiguas personalidades se habían hospedado allí. Lo cierto es que su precio se ajustaba al tiempo de nuestra permanencia: una semana.
Ese miércoles nos despertamos tarde y salimos de frente a almorzar en un restaurante, frente al hotel. Pedí una trucha mientras maty apuraba una bebida caliente, un mate de coca. David se frotaba las canillas y decía muchachos, la cosa está brava. Difundimos la revista y al toque volvemos a Lima. Allí se puede resistir el frío. Ya te pasará compañero, no te preocupes, le dije. Al final te tomas un café bien cargado y eso no solo te pondrá de buen humor sino te volverá en un huancaíno puro. Café de Chanchamayo compadre.
A eso de las 6 de la tarde enrumbamos hacia la cita con Alberto Chavarria y su grupo de amigos. Caminamos sobre la avenida Real y llegamos a la plaza Constitución. Más ordenada y limpia que la de Huamanmarca. Se supone que la primera es de los criollos y la segunda de los indios. Y en cierto modo se puede apreciar la diferencia, tanto en los rostros como en los gestos de quienes las transitan. Una más iluminada y la otra con una luz tenue casi de cantina. Una más adornada y la otra toda desgreñada.
Haciendo un poco de tiempo nos metimos en un local donde se vendía artesanía y ya casi al borde de las 7 y con mi flamante chalina tejida con lana de alpaca y unos regalillos para la familia bajamos hacia la dirección que nos había dado Alberto.
Resulta que todos los miércoles suelen reunirse los integrantes del movimiento literario Dosamaru en la oficina de don Jorge Suárez, abogado él, con algo de setentaitantos años encima y sobre todo un buen tipo. Uno a uno fueron llegando los amaru. Marcaban diferentes edades. Hablaron y hablamos durante una hora hasta que el Cheva dijo vayamos a un lugar más culturoso. Que era perentorio probar un caliche para abrigar la noche. Hasta ese momento ni por acá pensábamos en permanecer fuera del hotel pasada las nueve. Era como estar en el refrigerador. Lo mejor era acomodarnos bajo tres frazadas y empezar a calentar las heladas sabanas. Obviamente a veces la amistad también es un cálido fogón. Energía que tibia el alma y el cuerpo.
Como una serpiente (amaru) ondulante, atravesamos las calles y fuimos a parar en la Casa vieja, un espacioso y moderno café donde de arranque nos sirvieron un chop no de cerveza sino de calientito, bebida compuesta de aguardiente, te y otros ingredientes. Bien ficha la cosa, con su tajadita de limón incrustado al borde del vaso. Tres sorbos y efectivamente las mejillas y el cuerpo empezaban a calentarse. Con Hebner Cuadros hablamos de cine. Y vaya que el cine realizado por jóvenes huancaínos anda con paso firme. Greco Barboza, periodista nacido en Ayacucho y parte de una conocida revista editada por el diario Correo, decía que debía reconsiderar mi visita a Huancavelica. No es tan fea como lo cuentan, además tiene un futuro hermoso. Carmela Perea, cuzqueña ella y con algo de cincuenta años y ya picadita comentaba que era la primera vez que participaba en una bohemia con los dosamaru pese a ser una de sus integrantes. Que mis ojos expresaban mucho, no sé que cosas y que los poemas de la plaqueta Amor, jodamos un rato le había gustado por haber tocado ciertos puntos intratables y recónditos. Salud, bien bravo este caliche. Miguel Meza así como se aplicaba un trago tomaba una y otra foto. El cheva ofreció darnos al día siguiente su más reciente libro, su novela La ninfa del Jericó 941. Hacia el otro lado de la mesa Elio Sejo trataba de construirse su propio monumento ante la impaciencia de Maty y David. Un poco más allá Paúl, Abel, Artemio Julca y una agraciada huancaína conversaban y sonreían.
Cerca de la 1 tuvimos que partir hacia el hotel. Queríamos meterle algo al estomago. Los dejamos allí. No, quédense ustedes. Normal, si nos ubicamos. De aquí bajamos a la Real y allí nomás está el hotel.
Cayó de perillas aquel pollo a la brasa. La sal, el ají, la papa frita y para concluir un par de cigarrillos. Un buen final para enterrar el alcohol.


A fuego lento

El jueves desayunamos en el jardín de la residencial donde vivía Carmela Perea. La noche anterior nos había hecho esa invitación. Ella tenía su apartamento en el segundo piso pero no hubo mejor idea que la de bajar una mesa y unas sillas y despacharnos el desayuno bajo esos árboles y esas plantas que cotidianamente Carmelita regaba y cuidaba. Esto me parece lindo, decía. Trajo unos libros donde otra Carmela Perea, una tía de ella había sido antologada por un autor que ahora no recuerdo. Eran tres tomos y estaban los más destacados poetas y narradores del cuzco: el cholo Nieto, a quien desde siempre conoció, Raúl Brozovick, William Hurtado, el hijo de Nieto, Mario Guevara, entre otros. Nuestra anfitriona venía de familia con abolengo y nos comentó que de niña vio a Neruda en una reunión que su desaparecida tía realizaba en su casa. Yo después fui conciente de ello. No sabía quien era aquel señor. Si hubiera sabido ya me habría acercado para darle un gran abrazo. En el cuzco también había salido a correr con Jane Fonda. Era una muchachita delgada y con una piel limpia. Bien sencilla. Carmela hizo teatro hasta los veintiséis años. Luego se casó con un empresario huancaíno y tuvo que abandonar las tablas para dedicarse a su nueva familia. Ahora que estoy divorciada pienso en volver al arte. Hay propuestas para actuar en un largometraje y estoy escribiendo algunos relatos para niños.
Don Jorge Suárez, el abogado donde se reúnen los dosamaru nos había dicho que lo visitemos ese mismo jueves. Vengan por la tarde. Y la verdad es que nos acordamos pero dígase de paso también un poco tarde. De todos modos fuimos a verlo. Al entrar a su despacho nos encontramos con él y su hermano, uno de esos extinguidos y añejos periodistas. Bordeaba los 90 y ya no escuchaba muy bien pero él firme, serio y desconfiado detrás del escritorio. Vestía saco y gorrita a lo Neruda. Delgado y menudo. Los años y los recuerdos volvieron de golpe. El padre de don Jorge había trabajado en El heraldo minero a principios del siglo pasado. Fundó en 1922 el periódico El mensajero del pueblo, el cual duró 50 años. Y allí tenía algunos ejemplares encuadernados. Sacó de un estante una colección del Mercurio Peruano. En casa de su hermano incluso poseían ejemplares del Amauta. Fácil para quedarse un buen tiempo hurgando en los estantes de los hermanos Suárez Osorio. Me limité a palpar, hojear esas antiguas hojas. Una e de cabeza. Las letras dando brincos. Pude apreciar que realmente en ese tiempo era mucho más tranca armar la salida de cada número. ¿Le podemos sacar copia a todo este material? Por supuesto. Pero que tal si ahorita nos vamos a tomar un café. Les parece bien. Asentimos en silencio. Las palabras quedan reducidas a nada cuando el tiempo se ha tornado de pronto en mar.
Mesa de ritual en fiesta a Santiago. Hojas de coca,
chicha, calientito y cintas para señalar a los animales.
Timbró el celular a eso de la seis de la tarde. Estaba recostado en la cama. Hacía poco que el ruido de la música que los recepcionistas del hotel escuchaban me había despertado. Cantaba Grupo 5. "Te regalo mi vida mi cariño sincero mi alma mis sueños y todo lo que quiero y no me cansa decir que te amo... " Asu madre, hasta por aquí se escuchan esos tigres. Solo faltaba el ceviche y una chicha de pata de toro. Te habla Alberto. Qué tal amigo. ¿Por dónde están? Estamos en el hotel. Que tal si nos vemos en la plaza Huamanmarca en un cuarto de hora. Bacán. Ahí te vemos.
A poco rato estábamos degustando un chicharrón colorado bien fuerte. Tenían que probar este plato típico de Huancayo, nos decía el cheva. Miré el plato y calculé que para dar trámite a toda esa porción de bitute era perentorio jugarse un tiempo extra. Sabía bien. Aunque el arroz en una zona alta y helada pierde su textura, su sabor. Y ahora les toca un ponche. ¿Clara batida de huevo después de la grasa? ¿O no será que acá tiene una preparación distinta?, me dije. Vamos, me abalancé mismo kamizake, que venga ese ponche. Al instante apareció una taza grande conteniendo leche, maní y quizá canela. Sin duda era una preparación completamente distinta al ponchecito que mi abuela solía hacer cuando era niño.
Bajamos a la plaza Huamanmarca para ver el primer día de fiesta dedicado a Santiago, patrono de los animales y la fertilidad de la tierra. Era 25 de julio. La gente poco a poco fue llenando la plaza. El pueblo acudía a meterse una buena bomba y a bailar como poseídos, con todo el ímpetu de zapatear y romper incluso el piso al ritmo de un huailas macho, bien macho. Greco y Miguel nos dieron alcance. Marcel Medrano pasó de casualidad por allí y se unió al grupo. El cheva partió a su guarida. Mis intestinos empezaron a rugir de frío. Auguraban torrentosas noticias. Hasta que los muchachos no tuvieron mejor idea que traer un pisco Vargas. Trome. De inmediato me zampe un buen trago para desaparecer ese acuoso rugido intestinal. Niños, jóvenes y adultos ofrecían botellas de calientito, a dos soles. Las llevaban en mochilas. Eran las 9 y la fiesta no comenzaba. El animador dijo y ahora con ustedes, señores y señores, lo que todos estaban esperando… –Miguel y muchos miraron atentos– el alcalde de nuestra ciudad. Que tal fiasco, que tal presentador. Mejor salud. Salud. El pisco es una ambrosia en pleno frío. La gente ya bailaba. Gozaban sus vidas forajidas. Un pata casi estaba apoyado en mi espalda. Como la hueva. La multitud es frecuentemente intolerable. Sin embargo la noche aún era tierna. Los hijos del taita shanti tenían energía y sed para rato.
Baile interminable en la fiesta a Santiago.
El sábado por la noche nos llamó Greco mientras tomábamos un café frente al hotel. No había otra opción que moverse solo a distancias cortas pues mi carro se había averiado. Uno de los rodajes se hizo trizas y solo andaba con las pequeñas llantas auxiliares. Ok, les esperamos aquí, no demoren. Pasada media hora nos fuimos de frente al hotel. Ni la sombra de ellos. Sin embargo cuanto estábamos a punto de clavarse cada quien en su habitación, volvimos los rostros para encontrarnos con la sonrisa irónica de Greco y la corta casaca de Miguel.
Invadimos el patio del hotel y bajo aquel enorme y limpio cielo serrano bebimos un Cartavio puro el cual se terminó a eso de las 3 de la mañana. Fue una reunión amena y jocosa. El trago había pasado como agua pero a la hora de poner la cabeza en la almohada fue como recibir un nocaut. Me quedé tieso en un segundo. Con un enorme baldazo de ron en las sienes.

Músicos con violín y tinya en la mano.
El domingo por la noche fueron a recogernos al hotel. Había una reunión en casa de Marcel Medrano, en el distrito de San Jerónimo. Maty, Hebner, un profe de la San Marcos, una pálida alemana y yo partimos en el escarabajo del mismo Marcel. Atravesamos la ciudad, bordeando casi el río Mantaro, solo se oía el bramido del Wolksvagen y alrededor la oscura noche que parecía una cortina intocable. El cheva, Blanca, David, Greco y Miguel vendrían detrás. Se habían quedado para adquirir las respectivas provisiones del caso. Al llegar a San Jerónimo, dimos una vuelta por el parque principal y luego de frente a la casa de Medrano.
Desde la laptop se oía a Silvio Rodríguez. Llegaron todos los muchachos. Paúl, Artemio y los demás. Resultó una larga y lacrimosa faena el encender la chimenea. Hebner dio un par vueltas con una garrafita de aguardiente puro. Empezaba el vacilón. Abrieron los estuches de las guitarras. Se afinaron las gargantas y los instrumentos. Marcel nos llevó a una casa vecina donde se celebraba una fiesta a Santiago. Todos empezaron a danzar al ritmo del violín y la tinya. Ajajay. Empezaron a guapear. Ajajay. Una mamacha cantaba con una voz aguda y casi nada lograba entender. Ajajay. Toda la mancha salió danzando con rumbo hacia otras casas. Ajajay. Volvimos a la casa de Marcel. Una, dos, tres de la mañana y el calientito suplió al ron. Salud por la Quinta dimensión, "mírame y piensa que todo lo que hubo se acabó…" cuantas veces había escuchado esa canción para saber que precisamente en esta misma ciudad de Huancayo llegaría de pronto a entender que no solo existía ese "yo soy huancaíno por algo". Salud caramba. Volví a sentirme niño y a escuchar una vez más esa canción… "todo lo que hubo se acabó oh nooo". Yeahh. Volví a la sala donde estábamos imaginando además que Chapulín el dulce lo tenía en el suelo a Tongo, asiéndolo con una llave de lucha libre. Grande el Shapi. Y grande también Greco que como un magnifico músico amaneció sin dejar de tocar la guitarra. No por la hueva era ayacuchano. La ebriedad llegaba como el alba. A las cinco la madre de Marcel nos invitó un caldo verde. Estuvo preciso. En eso nuestro anfitrión se acordó un poco tarde del mondonguito que los vecinos de la fiesta al taita shanti repartirían a las cinco. Pero no fue tan tarde pues a fin de cuenta fuimos a comer ese típico plato.
El día lunes llegaba con toda su claridad. Pedí un poco de sal para hacer digerible el mondonguito. Eran las siete. Teníamos que ir a recoger las mochilas y luego partir a Lima. Quédense muchachos. No, ni hablar. De aquí vienen las cervezas y a las diez señalarán a los animales. No, ni cagando. Tenemos que salir hoy. Después subirán los pasajes. Al llegar a Chiclayo supimos de la boda de Artemio con una cuy y la de Miguel con una vaca, dentro de la tradicional celebración a Santiago. Y que al amplio Terminal de Huancayo una mancha de viajeros lo había destrozado por estar los precios de los pasajes tan elevados como el nevado de Ticlio.

Noche de huanca bohemia.

Sin permiso para escribir o respirar

julio 17, 2008

Este último 17 de junio se realizó en la explanada del Instituto Nacional de Cultura, un concurrido homenaje dedicado a uno de los más importantes poetas peruanos del siglo pasado, nacido en esta ciudad, Juan Ramírez Ruiz., a un año de su fallecimiento.
“a donde vas así, Juanrra, ve pues pronto: /
dale al viento lo que pide”
JJR






Juan Ramírez Ruiz



Tres

Yo no sé en qué momento empezó nuestra amistad con Juan Ramírez Ruiz. Precisar el tiempo se ha vuelto una actividad irrealizable. Lo cierto, es que cada vez que venía de Lima a Chiclayo solíamos reunirnos frecuentemente. Y es que en esta aldea no falta un buen recoveco para estacionarse y pasarla bien, conversando y bebiendo mientras los cigarrillos desaparecen en la oscura noche del asfalto y la lucidez aún late en el aire.
Encontrarse con él no era difícil. Bien se le podía hallar en algún evento artístico o caso contrario en casa de sus fallecidos padres, cuadra 13 de Arica, donde acostumbraba a encerrarse y escribir durante largas horas. Sus hermanas, doña Jesús o Estefanía, le preguntaban al ocasional visitante su nombre y Juan decidía si salía o no. Los días estaban dedicados al trabajo escritural, a la creación. Pero si se trataba de un amigo cercano, no escatimaba el tiempo. Detrás de si cerraba aquella puerta blanca y partíamos hacia el centro.
De hecho, JRR nos llevaba algunos años, fácil para convertirlo en nuestro padre. No obstante, siempre supo mantener una inusual juventud. Parecía un miembro más de la promoción, sin duda el más conocido, un firme poeta desastillando el borde de un precipicio, presto a gritar o lanzar un anatema.


Retrato de JRR, obra de Juan Carlos Nañaque

Dos

Lo recuerdo caminando con paso lento y firme. Metidas las manos en su aguerrida casaca crema y su sonrisa deslizándose hacia un costado. Esa ondulada melena tratando de nadar en las aguas del viento y aquel gorro amarillo que meses antes de partir lo perdió en algún lugar de la madrugada.
Lo recuerdo junto a su hijo Juan Manuel, quien tendría entonces unos catorce años y que con orgullo nos presentó a Matilde Granados y a mí en el INC. Lo recuerdo silencioso cuando en una reunión el grupo de gente era numeroso. Cogía su propio vaso y se aislaba en tanto los salud daban vuelta.
Evitaba hablar de Hora Zero. Pero para qué hacer referencia a este grupo si francamente bastaba hablar con él para poder entender y percibir la fuerza de la filosofía horazeriana. Las Palabras Urgentes no habrían podido surgir sino hubiese existido un JRR. Y claro, una muestra de su firma –que la quiso compartir- fue publicarla en Un par de vueltas por la realidad. Recuerdo, cierta vez acordamos en leer la poesía que últimamente se venía publicando en nuestro país, en investigar y ver el panorama. Pero las circunstancias abatieron este proyecto, este ímpetu, nítida característica de su temperamento. La vida de Juan era en sí ya un manifiesto.


Proyección de videos realizado por los organizadores, Diantre, arte y cultura.

Uno
La última vez que lo vi fue en mi casa, una mañana del año 2006, en plena primavera. Fue el más extraño de nuestros encuentros. Ese día cayeron algunas lágrimas y hubo un momento de trance poético. Hasta ese momento no pude precisar nada ¿Qué otra cosa más allá de la muerte, el dolor sublime y el desempleo, hay de predecible en la vida de un poeta? Tiempo atrás, me había traído algunos regalos de singulares significados, una pirámide, papeles, cartulinas.
Ahora, me resulta difícil aceptar el hecho que un 17 de junio hayas partido brother. Se habla que un bus de América Express, placa UQ 3584, te atropelló en Virú. ¿Y qué hacías en aquel lugar compadre? Es inevitable y aunque haya pasado un año, cuesta aceptarlo. Es por ello que aún tengo la sensación de solo saberte lejos, esperando que en algún momento vengas por estos lares. Es tu vitalidad, tu inconformismo, esa rebelde poética signada en tus pasos lo que sin duda se resiste a morir.





José Ramírez, hermano de JRR y ex director del diario La industria.


Cero

En todo este tiempo, harto barullo, insustanciales renglones y show se ha armado luego de tu partida mi estimado Juanrra. Hasta los filisteos e hipócritas que ignoraste han salido a pronunciar tu nombre. Ahora que ha pasado algunos meses, después que tus hermanos, don José y la señora Jesús, supieron del Dictamen Pericial Dactiloscópico de la Oficina de Criminalística de la III Diterpol de Trujillo, aquel 9 de enero y la noticia de tu muerte se propaló, he decidido escribir estas líneas. Y algo más. Junto a Matilde Granados y David Núñez, un amigo al cual le hubiera gustado conocerte, te hicimos un homenaje el 17 de junio en la explanada del INC. Asistió tu familia y más de un centenar de amigos y público en general. Además, participaron algunos artistas y poetas amigos. Y aunque jamás te agradó todo este tipo de eventos, sé que lo mereces y sabrás entender nuestro gesto desde donde estés. Pero más allá de eso, creo que tu obra continuará su rumbo insostenible y desbrozará el camino poblado de burbujas y gatos que tienen todita la pinta de liebre. Entonces se sabrá que no has muerto, que solo has estado dando un par de vueltas por esta realidad.




Público asistente.